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Alí Abdul Hassan lo tiene tan claro que no pestañea al decirlo. «El día que se vayan los americanos, a mi hermano lo matan», sentencia. Como él hay muchos que sienten un escalofrío en la espina dorsal cada vez que oyen a Hillary Clinton o a Barack Obama prometer la retirada de las tropas en enero si ganan las elecciones. Son los aproximadamente 110.000 iraquíes que, según los cálculos del embajador, Ryan Crocker, trabajan para el Gobierno americano o los contratistas estadounidenses.